domingo, 11 de noviembre de 2012

Las casualidades de un genio.



Hoy he leído en la prensa que Carles Puyol ha vuelto a entrenarse con sus compañeros, empezando a prepararse para una vuelta inminente a los terrenos de juego, no he podido evitar recapacitar sobre su figura y creo que se merece sobradamente que le dediquemos unos minutos de nuestro tiempo, yo, con mi limitado talento para plasmar una reflexión y vosotros con vuestra ajustada agenda para leerlo.

Hay veces en que el caprichoso destino decide jugar a las carambolas con los devenires de las personas y forma caprichosas coincidencias; seguramente ocurra con la vida de casi todos nosotros, pero en el caso de Carles Puyol creo que es un hecho evidente y digno de mención: Su debut en Liga se produjo de la mano de un holandés de gesto áspero y verbo cómico en Valladolid y en ese momento en el césped sudaban tres veteranos compañeros de los que tomó Carles sus principales virtudes: Frank de Boer le cedió el don de la anticipación, Luís Enrique le insufló su interminable coraje y Pep Guardiola le contagió un estilo de portar orgulloso y con “seny” su escudo, lo que le elevaría a categoría de mito; nadie podría anticipar en aquellos momentos que ese chaval con el número 32 en la camisola pasaría a formar parte del Olimpo culé.

Tampoco es casualidad que haya fracturado hasta en tres ocasiones su rostro para defender a su equipo ya que siempre va de cara, que haya abierto el camino de una histórica media docena de goles en campo del eterno rival porque nunca se ha dado por vencido o que enseñara a los alemanes que la falta de corpulencia se puede subsanar con arrojo para conceder a la Selección la disputa del partido más importante en toda su trayectoria.

No se le conoce un feo gesto, ni siquiera con aquellos que a base de provocaciones habrían conseguido una reacción inapropiada de otros pero no de él, recuerdo como tras haber sido empujado se levantaba para impedir que algún compañero se tomase la injusticia por su mano, transmitiendo cordura cuando otros la perdían. No veo tampoco casualidad en que a pesar de ser un defensor sea despedido con aplausos o abrazos en casi todos los campos donde actúa y no consigo recordar alguna declaración negativa sobre él en algún rival frustrado a pesar de la abundancia de su número. Me niego a pensar que es casualidad que los mejores resultados de su Club y de la Selección Española hayan coincidido con el grueso de su carrera profesional, él ha sido una pieza imprescindible para lograrlo tanto por lo que demuestra en lo verde como por lo que transmite en el vestuario. Y estoy seguro que no será un casual que muchos de nosotros, cuando pase un tiempo, al enumerar los componentes de este Barça de ensueño, lo citemos en los primeros lugares al lado de Xavi, de Messi , de Iniesta, de Pedro, de Valdés o de Busquets.

Admirado Carles: soy consciente que cada día falta menos para quedar huérfanos de ti, que nos anuncies tu adiós, pero espero que lo aplaces lo máximo posible, estirarte como has hecho siempre para alcanzar un balón que olía a peligro, sé que llegará un tiempo que no salgas envuelto en un brazalete que contribuyes a engrandecer a diario, que no estarás para saludar con la naturalidad de un chiquillo antes de comenzar la contienda; llegarán al tiempo horas de homenajes y hasta los radicales cavernarios te dedicarán elogiosas frases de reconocimiento con un mal disimulado alivio, estoy seguro que recibirás estos halagos como acostumbras: con sencillez y humildad, y sin darte importancia te alejarás discretamente; el balón seguirá rodando, así debe ser…pero sería hermoso que se detuviera por un instante en el césped, en medio de un respetuoso silencio frenado por un bucle irrepetible.






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